La distancia es a veces sobrecogedora.
Ésta comienza por un hilo de lana roja y termina rompiéndose en miles de briznas.
Cuando ésta es corta, se sobrecoge el corazón de la emoción y cuando se vuelve larga e inconmensurable, no se puede soportar, aunque te abraces los tobillos con las manos.
Pero su longitud no afecta a su intimidad.
Es la tensión por el deshilar del roce lo que la corrompe.
Naturalia
Hace 10 años
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